Tal vez debiera estar haciendo ensayos, pero ¿saben qué? No dejo de hacerlos durante todo el día y ahora me llama más, mi bicicleta y mis amigas.
La nieve y el sol de 18 horas diarias han hecho de Helsinki una postal, digna de mandarla a cualquier madre orgullosa.
No son horas de paseos, pero las estrellas salen, el cielo es morado y la playa queda a 5 minutos de mi casa.
De tal manera, que el mejor plan es una copa de vino, buena compañía, yo diría la mejor, dos ruedas, un sillín y una noche en la playa.
Hace un mes caminaba sobre el mar helado y ahora me quito las zapatillas, para mojarme los pies en agua salada.
Como siempre y en secreto cuento las estrellas y hasta alguna le pongo nombre, a lo lejos no hay ningún faro, pero si las parpadeantes luces de los aviones. Me pregunto donde irán, si se quedaran o estarán de paso.
¿Ves aquella verde de allí? Ese va muy lejos, tan lejos que ni siquiera mi imaginación llega.
El silencio da paso a emociones que se expresan con un juntar las manos, con una mirada hacia la morada eternidad de la noche.
Mis queridos todos, ojala más de uno me acompañara aquí, apretó y apretó y retengo para nunca olvidar, semejante estampa.
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