En mi primera vez, recuerdo perfectamente la ropa que llevaba, mi estado de nervios se mezclaba con mi ansiedad del miedo a lo desconocido.
No tengan mentes perversas, les hablo de la primera vez que puse un pie en el colegio. Mi vestido era blanco, pomposo y odioso para mi aquel entender, con rosas, dos coletas me acompañaban y a pesar de tener 6 años, la sensación de no conocer a nadie un poquito si me asustada. Al final no fue nada, la jornada termino revolcándome en el arenero, para disgusto materno y con muchos amigos nuevos.
Esta primera vez sin duda fue muy dulce, pero…¿y la primera vez que puse la lavadora? Efectivamente, desteñí media colada, pero a la segunda, tercera, cuarta y hasta el resto de coladas de toda mi vida, se que no me volverá a pasar.
Luego esta la primera vez que cogí el coche sola, ahí sí que los nervios recorrían todo mi cuerpo, o cuando eche gasolina, también en mi primera ocasión, pues señores inútil de mi, olvide poner el freno de mano y la gasolinera estaba en cuesta, mi primer impulso animal, fue retener mi coche con mi cuerpo. En su día me moría de la risa y ahora también, pero ven, aprendí a ser más precavida.
La vida está llena de muchas primeras veces, me sorprende y me apasiona cuando es mi primera vez en algo, no importa lo insignificante o lo importantísimo que sea el tema, de la primera vez de uno en algo, lo cierto es que nunca se olvida.
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