Tercer derbi en menos de 15 días, mi país se pararía y estoy convencida que 3 de cada 5 personas lo verían.
Yo como buena aficionada, nunca osaría a perdérmelo, pues bien, el primero me pillo en Berlín y tras una jornada turística que me pillara donde me pillara no desearía perdérmela jamás, pues eso, sin venir a cuento y con alguna cerveza que otra, seamos sinceros, me quede dormida. Desperté casualidades de la vida, en el pitido final. En fin un empate no se celebra, pero como yo soy de condición alegre, tuve que salir a hacerlo.
Segundo derbi…me cogió en territorio finlandés y esta vez no había motivo alguno para no perdérselo, además estaba segura de que ganábamos, asique allí nos fuimos. Uno cero, victoria merengue, en conclusión bar, restaurante revolucionado por las chicas españolas, debido a la efusividad propia nuestra y canticos encima de las mesas.
Tercer derbi, me encuentro en la 713, como compañera, la anfitriona de la habitación o debería llamarla “la friqui” de las bicis, en fin cada uno es como es y punto.
Mientras se deprime por no poder arreglar su transporte de dos ruedas, yo trato de ensayar, mientras nos llegan noticias futbolísticas. ¡Ay dios! Hasta me pongo nerviosa, en fin, solo me queda decir, mis queridos culés, ojala que perdáis y que por lo tanto orgullosa de mí salga a la calle, aun más contenta si cabe.
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