viernes, 22 de abril de 2011

...Contigo.

Mis queridos todos hoy me cito aquí para hablarles de nuevo.
Lo mismo de siempre, cuando tengo que escribir sobre lo más especial, las palabras no me alcanzan.
Recuerdo un peto vaquero y una cabecita rubia, desde pequeña la aprendiz de escritora siempre ha sido un trasto, me escapé de una piscina en medio de una celebración, cruce una carretera descalza y fui a dar con mi más tierna infancia en otro charquito, pero este ya más para mí.
Siempre que me cuentas esta historia, aun se te sale el corazón, movilizaste a tu madre, tu marido y un pueblo entero, fuiste incapaz de reñirme al verme, porque estabas feliz de ver a lo lejos a tu niña chapoteando.
Recuerdo las salidas del colegio, impaciente esperaba a que llegaras a por mí, es que lo pienso y me hace muy feliz.
Mujer de mucha mano izquierda y derecha también, pues te ha tocado lidiar con lo mejorcito de cada casa sin duda alguna.
Pienso en ti y me recuerdas a los colores de una tarde en Jarandilla, te imagino con la radio puesta y te quito los cascos para ponerla en alto y en mitad del pasillo de casa, bailar y bailar, reir, mandarte postales de cada sitio a los que voy aunque no me acompañes, lo cierto es que mis ojos son los tuyos y no te preocupes porque de algún modo y otro, siempre estás conmigo.
Maravillosa cocinera, de dulces y salados, nadie inventa, cuenta y reinventa como tú.
Cabezota como tu sola, pero de gran corazón, yo diría del mejor, hace un tiempo que no me das ese beso al dormir, porque la distancia lo impide, pero no te preocupes, porque si hay alguien del que me acuerde y piense todos los días y hasta el resto de los mismos, es de ti.
Mis queridos todos, les hablo de María de los Ángeles, mi madre y tanto como para mi, Fernando y Alejandro, sin lugar a duda, la mejor entre todas.
Un beso mamá, te quiere, tu hija María.







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