...Sin aprecio.

Los seres humanos, desde el momento en que nuestra respiración se da separada del vientre materno, tendemos a relacionarnos unos con los otros.

Cuando eres pequeño suele ser más sencillo, todos motivados por el deseo de jugar, entablamos nuestros lazos, con el compañero de delante en la fila o con la vecina del segundo, que tienes dos años más y te saca tres cabezas, pero tiene el mismo instinto maternal tu para jugar a las casitas.

Aun a edades tempraneras, siempre han existido etiquetas, está el llorón, cada vez que le quitabas un juguete que estaba en el fondo de su mochila rebosante de juguetes, que ni siquiera sabía que no lo había perdido, la actitud del llorón es la siguiente: según se percata de tu proeza, cogerle de su baúl sagrado un instrumento de juego, como un acto reflejo rompe a llorar desconsoladamente y te acusa del mayor delito a los ojos de su madre.

También está el solitario, el que en mitad de un cumpleaños, se aparta en una esquina, previo chequeo de los regalos, toma su vaso de leche y como ha tenido suerte, coge uno de esos regalos en forma de libro. Así hasta muchos más tipos de pequeñas personalidades.

Cuando crecemos resulta que el llorón se ha convertido en el tipo duro de las amistades, el abusón pasa mucho tiempo en el grupo femenino y el solitario, sigue siendo solitario.

A todos ellos les une una necesidad y no es otra que la de tener amigos y relacionarse, cuando creces, tú decides quien es tu familia de amigos, ya no juegas por conveniencia con tu vecina la piernas largas, pues juega al baloncesto y sale con sus amigas de entrenamiento.

De todos los grupos siempre esta el que pone buena cara sea quien sea, aparentemente se lleva bien con todo el mundo, realmente rara vez tiene algún amigo, si acaso el sin personalidad, y fácil de manejar. Actúa movido por la envidia y las ganas de mal meter.

Pobrecita mía, con menuda fuiste a dar, mal mete y saca todo lo que quieras, que envidia y cochina es lo que tienes, ya te gustaría tener lo que yo tengo y reír hasta llorar de ti, no, esto último es broma, no mereces ni una sonrisa.
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