De niña jugabas entre margaritas y girasoles, los veranos los pasabas en la casa de los abuelos, te encantaba pasarte horas y horas en el mar, ir corriendo hacia mamá, para que te tapara con la toalla y te dijera aquello de ¿quién es mi croqueta preferida?
Tu juventud, también fue entre algodones, eras la chica más popular del barrio, la que todos los chicos querían sacar a bailar, a la que el panadero le regalaba los bollos y el cartero sonreía al pasar. Los estudios nunca fueron un problema para ti y por tu vocación, cuando llegaste a Madrid fuiste de las primeras de tu promoción en convertirte en maestra.
Eras inocentemente preciosa, guardabas las cartas de amor que Mateo te escribió desde los doce años, de haberte quedado en el pueblo, sin duda te hubieras casado con él, pero el destino guardaba otro camino para ti.
En la gran ciudad soñabas con tu gran día, siempre lo habías hecho, podrías describir a la perfección todos los bordados de tu traje blanco, tu ramo y hasta tenias la iglesia escogida. Aquel día fue para recordar, tu familia, tus amigas y Juan, el pesado de tu vecino de abajo, se convirtió en tu marido.
Se quedaba horas y horas esperando en el portal para verte pasar y decirte un hola, hasta el día que se atrevió a invitarte a salir, tu aburrida te fuiste a tomar un café y desde ese momento, el se fundía en halagos y acabo convenciéndote de tu amor por él.
Todo parecía ir bien, hasta aquel día… decidiste que aunque tuvieras hijos querías seguir trabajando, el se negó y tras una fuerte discusión, su mano en tu rostro provocó un llanto inconsolable. Juro y juro empapado en lágrimas que nunca más lo volvería hacer, suplico perdón hasta la extenuación y tu embarazada decidiste perdonarlo.
Después del trabajo solía echarse la partida con los amigos, llegaba bebido y a la mínima sacaba su mano a pasear, ya contabas con Marta y Javier de 2 y 5 años. Tu vida era un círculo cerrado, que iba empeorando con los años. ¿Dónde quedaron tus sueños, tus ilusiones de joven y tu vida de mañana? Tu solo pensabas en tu madre y tu padre, juntos de la mano, no querías unos hijos sin su padre. Te sacrificaste por un absurdo pensamiento, pues tus hijos tenían una madre que valía por diez padres.
Una noche, se le fue de las manos, apretó demasiado y te arranco la vida.
Vecina, amiga, desconocida, enemiga, adinerada, gitana, emigrante, de la tierra, no me importa de dónde vengas, ni tu color, ni tu religión, tan solo me importa que grites y que luches, que no aceptes lo que tienes porque no lo mereces, ninguna lo merece. No sientas vergüenza, el desgraciado es el. Si tu denuncias yo estaré contigo y saldrás adelante.
Desde aquí, reivindico nuestro derecho a vivir, que no nos lo quite nadie y animo a todas esas mujeres maltratadas a que denuncien, que la vida es una vez y hay que vivirla ,cada una como quiera.
http://www.youtube.com/watch?v=1VH6LG2WDD4
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