viernes, 18 de marzo de 2011

...Que se cae.

Y de la noche a la mañana dejamos los menos 20 grados para dar paso a los maravillosos cero grados, que ni frio, ni calor.
La nieve, se derrite para convertirse en hielo, y en los cachitos que da el sol, se van descubriendo las calles, eso sí en cada esquina no deja de haber montañitas de glaciares.
Tres son las veces que he dado con mis huesos en el asfalto en este país, la primera me lleve por delante a mi amiga Elena, en la segunda, en vista de que no me puedo caer sola, agarre a mí querida Katarina, de origen alemán. Es curioso, cuando yo llevaba 5 segundos en el suelo, doliéndome y riendo, ella se levanto como un resorte al primer segundo. Katarina, no hay nada de malo, en resbalar y reír.
La última ya me hizo menos gracia, llevaba las botas “asesinas” por llamarlas de alguna manera y di con mi coxis en el suelo lleno de escarcha, al mismo tiempo que escuchaba la risa sin vergüenza de mis amigas. En general así es la vida por las calles finesas y en particular así es mi vida real. Me caigo, me quejo, me rio y luego me levanto otra vez como si nada.
http://buscon.rae.es/draeI/SrvltObtenerHtml?LEMA=caer&SUPIND=0&CAREXT=10000&NEDIC=No

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