sábado, 15 de enero de 2011

...En Madrid.

Tras cinco horas de vuelo intercalado y  ocho horas de escala, por fin llego a casa, es inevitable que se me empañen los ojos al ver a mi madre corriendo hacia mí.  Aterricé, no hay nieve en las calles, no necesito guantes ni gorro, y el sol por fin salió a pasear. Tras la ventana del coche, mientras voy a casa, no dejo de observar el paisaje, lo cierto es que todo está en su sitio y sigue igual, pero parece que es la primera vez que lo veo ¡qué extraña sensación!
Nada más llegar visita guiada al dentista, si lo sé, soy una chica con suerte y mi dolor de muela se ha transformado en una caries. Más tarde es momento para los amigos, tras un fuerte abrazo no dejo de contar mis anécdotas y viajes. Antes mis anécdotas y viajes eran con ellos, ahora la burbuja del Erasmus me ha llevado a otro mundo, en donde todo vale, en donde tus amigos de hace tres meses son como si fueran de toda la vida, tan solo espero conservarlos y que los de siempre sigan siendo los de siempre. http://www.youtube.com/watch?v=YCSz1mS4FBo
Grata sorpresa al llegar a casa, la cena está hecha, me convierto de pronto en un visitante en mi propia casa, deshago la maleta y la vaguería me dice que ya no tengo que poner lavadoras ¡que suerte tengo! Vuelta a mi cuarto, a la buena mesa, a las discusiones de familia y la rutina madrileña, es una gran experiencia la de estudiar fuera de casa, pero digan lo que digan como el hogar dulce hogar no hay nada. Así que con una amplia sonrisa y un tremendo agotamiento cierro los ojos, puesto que mañana será otro día. Hasta pronto.

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