viernes, 10 de diciembre de 2010

...En su residencia.

Parece que fue ayer el día que aterrice en Finlandia, recuerdo perfectamente la ropa que llevaba, capas y capas y el calzado más pesado que para un 26 de agosto no era lo más apropiado.
 En la actualidad vivo en una residencia de seis pisos, un par de pasillos por cada piso y 8 habitaciones en cada uno de ellos.  Toda mi residencia es un crisol cultural. En el segundo vive Elena, buena amiga, vecina de Simon y Sarah ambos de origen alemán. En el tercero Esther, también alemana y resulta gracioso oírla hablar español, lo aprendió cuando estuvo de voluntaria en bolivia y su seriedad alemana se transforma divertida con su peculiar acento. En el cuarto, el arte sevillano de mi amiga Patricia es mezclado con la genialidad de otra maña de mi pandilla. Ambas no tienen mucha suerte con sus vecinos digamos poco ruidosos y sociables. Si seguimos subiendo destaca el sector chino, Yan-yan siempre con su sonrisa dispuesta ayudarte a todo. Puerta con puerta Toby Jones inglés de 20 años, que a veces parece que tiene doce. En la esquina de su pasillo, Sean de Irlanda, cara y cuerpo alargado, a veces tartamudea al hablar, pero se agradece que siempre te corrija el perfecto inglés que no hablo. Uno más y llegamos al mío, mis vecinos belgas, turcas, alemanes y como no, alguien de España.
En un día normal puedes desayunar huevos revueltos al mas puro estilo americano, comerte una buena fabada en lata, de procedencia española, de postre chocolate belga, a las 5 vuelves a por el té inglés acompañado de esas maravillosas tortitas de un poco más arriba de nuestro país y por la noche antes de que salte la escandalosa alarma de incendios unos ligeros rollitos de primavera al estilo totalmente casero. Todos y cada uno de nosotros formamos una pequeña familia, muy particular, familia que el día que deje voy añorar con todo mi corazón.
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